jueves, 7 de julio de 2011

Sobre "La cola del diablo; itinerario de Gramsci en América Latina" de José M. Aricó.





Este interesante libro de José M. Aricó comienza con la aclaración por parte del propio autor quien, en una especie de pequeña advertencia y autocrítica señala que su obra, más que ser un itinerario sobre el impacto del pensamiento de Antonio Gramsci en Latinoamérica, termina cayendo en un recorrido por su trayectoria personal en la íntima relación intelectual que estableció con el italiano. Si bien esa apreciación no es del todo errónea (lo cual tampoco implicaría una crítica negativa hacia el libro) creo que sería en principio incompleta.

A lo largo de La cola del diablo… el lector se encuentra no solamente con el recorrido intelectual de José Aricó dentro de la izquierda en nuestro país. En todo el libro hay otra figura que cobra una importancia casi central. La figura de Héctor P. Agosti. Presentado como pensador y ensayista prestigioso al interior del Partido Comunista, Agosti es ubicado por Aricó como aquel pionero en la búsqueda de darle un impulso fundamental a la recepción y traducción de las obras de Gramsci en la Argentina. La traducción entendida por Agosti como forma de ubicar en un lenguaje nacional aquellos conceptos e instrumentos de interpretación histórico-políticos. Pasados los años de aquella primer experiencia de traducción, Arico comprende que los aciertos y desaciertos de esa empresa le permitieron ver con mayor claridad los obstáculos que nunca pudieron superarse.

Sin embargo, se reconoce en Agosti, entre otras numerosas cuestiones, el intento que tuvo con su ensayo sobre Echeverria en poder ubicar de la forma mejor acabada los conceptos gramscianos en el contexto del debate intelectual entre el bloque comunista y liberal democrático frente al nacionalismo cultural en el primer peronismo. Un libro que no tuvo aspiraciones de ser histórico sino por el contrario asumirse bajo el catálogo de ensayo político ideológico.

Cuadernos de Cultura es sí efectivamente ubicado como la puerta de entrada que Agosti abrió a la cultura intelectual marxista italiana. Hecho no menor y entre tantos que desencadenaron la ruptura con el tradicionalismo predominante hacia el interior del comunismo argentino.

De esta forma, la experiencia de fundar la revista Pasado y Presente es uno de los ejes centrales en los cuales se desarrolla este libro y que permiten entender una de las rupturas más significativas hacia el interior de la intelectualidad marxista nacional.

Como bien indica Arico, con la fundación de esta publicación trimestral a partir de abril de 1963 se proponían como objetivo asentarse como una expresión independiente de la estructura partidaria, y poder nuclear a los intelectuales argentinos de la izquierda en todas sus variedades, no siendo exclusivamente pertenecientes a la izquierda comunista. En esta primera etapa que duraría hasta septiembre de 1965 se procuró entablar una crítica al marxismo-leninismo como concepción hegemónica en la fundación de una empresa transformadora.

Aricó remarca aquella primer editorial como la que efectivamente trajo en consecuencia la expulsión, de quienes integraban la revista, del Partido Comunista. En esta planteaban ni más ni menos la convicción de mantener una visión del marxismo comprensiva pero a la vez crítica y constructiva hacia otras concepciones del mundo, sin caer en embanderarse en la defensa de concepciones preconstituidas. La bandera era la de gramscianos argentinos que se alimentaban de otras experiencias tanto latinoamericanas como europeas, en función de las experiencias y recorridos personales de cada uno de sus integrantes. La búsqueda era resolver, reinterpretar los problemas y el pensamiento argentino a partir y junto con el marxismo pero manteniendo una distancia prudente con el doctrinarismo reinante en el comunismo argentino. Hacia el interior del grupo Pasado y Presente fue darse cuenta que la tradición comunista argentina no tenía una herencia teórica propia y nacional. Este fue entonces el punto de partida, la responsabilidad asumida como objetivo de trabajo.

No es menor recalcar que tanto la revista como su grupo fundador; integrado además de Arico por Juan José Varas, Santiago Funes y Oscar del Barco; residían en la ciudad de Córdoba. Entre fines de los años 50 y mediados de los 60, Córdoba fue punto neurálgico de experiencias que marcaron la historia de las revueltas urbanas, con el Cordobazo como insignia de lucha de los sectores sindicalistas clasistas, los sectores obreros fabriles y sus tentativas de control de plantas industriales, estudiantes en un fuerte acercamiento al movimiento obrero y años más tarde nacimiento de la organización Montoneros y crecimiento del Ejército Revolucionario del Pueblo.

Ni más ni menos que en esa coyuntura se escribía y se leía Pasado y Presente. Una ciudad convulsionada y un público lector altamente receptivo eran la mezcla ideal para semejante publicación editorial con pretensiones de ser la expresión política y cultural de la izquierda nacional asentada en Córdoba.

El segundo período de la revista transcurrido desde abril a diciembre del año 1973 está marcado por otro contexto. El grupo de redactores se ve en parte modificado y el lugar desde donde se producía la revista ya no era en la provincia de Córdoba sino en la ciudad de Buenos Aires.

En esta breve etapa pero no por ello menos importante, la revista fue señalada como parte de la construcción intelectual de Montoneros. Arico se encarga de señalar en el libro que aquel etiquetamiento resulta tanto erróneo como excesivo. Resalta de esta forma que el grupo editorial mantuvo siempre reservas hacia las decisiones de la organización Montoneros sobre militarizar la política y de sostener una estructura organizativa de carácter autoritario así como la separación tajante hacia aquel movimiento socio político creado por ellos pero que finalmente fue desvastado por errores y decisiones equivocadas hacia el interior de su propia conducción. Sin embargo, reconoce que aquellos planteos que encolumnaron a Montoneros y una serie de organizaciones menores pero satélites, ya habían sido planteadas por el grupo hacia mediados de los años sesenta. Esto permitió un interesante acercamiento y relación entre la izquierda peronista ligada directamente a Montoneros y la izquierda intelectual de tendencia marxista.

De esta manera reconoce que en parte, la opción de acercarse a la izquierda peronista estaba más ligada concretamente a los ideales socialistas que el grupo editor sostuvo desde sus inicios. En las experiencias de los consejos obreros se visibilizó la reflexión sobre la organización de las masas en potencial crecimiento al interior de la sociedad.

Finalmente Aricó cierra el apartado sobre Pasado y Presente reconociendo que si bien existió una cercanía práctica con la izquierda peronista y con nuevas experiencias concretas, esto terminó alentando ciertas relecturas de Gramsci, reanalizando sus categorías para establecer y afirmarse una vez más en la distancia teórica con respecto a las corrientes castristas, peronistas, maoístas y guevaristas; decididamente como virtud más que como falencia. Es la afirmación personal de que el grupo de redactores que emprendieron Pasado y Presente mantuvieron una marginalidad y distancia orgullosa con respecto a toda la cultura argentina de izquierda.

Es a través de la pregunta que encabeza el capítulo “¿Por qué Gramsci en América Latina?”, donde Aricó busca establecer un recorrido en la historia intelectual del continente que pueda servirnos de respuesta.

Es a partir de lo generado por la Revolución Cubana y posteriormente por la oleada de golpes militares que podría entenderse la difusión de las ideas de Antonio Gramsci en el continente.

Ubica a autores como Juan Carlos Portantiero, Florestan Fernandes, Carlos Coutinho y Arnaldo Córdova entre otros como ejemplo de quienes trataron en sus libros de analizar la realidad latinoamericana en clave gramsciana, centralmente a partir de conceptos trasladables a nuestra coyuntura como lo son el bonapartismo, la revolución pasiva y la relación entre los intelectuales y la masa. Es también a partir de la lectura y difusión de textos de Louis Althusser que Gramsci tuvo un terreno mejor allanado para ser leído.

Fueron tal vez los conceptos de revolución pasiva y transformismo para el caso del populismo en Brasil como ejemplo de desembocadura en experiencias dictatoriales que pudieron luego reinterpretarse en otras realidades latinoamericanas no tan diferentes a la brasilera.

Otro eje central en las categorías de análisis gramsciano se ubica en la relación existente entre los intelectuales y el pueblo, en la cuestión nacional popular y la búsqueda de poder organizar y nuclear las clases subalternas estructuradas bajo consenso en el enfrentamiento con la clase dominante. Las falencias de las clases dominantes y las debilidades de un Estado fuerte no generaron un renacimiento de movimientos revolucionarios sino por el contrario una seguidilla de experiencias autoritarias en América Latina. Esta crisis fue la permitió la mayor recepción de los textos de Gramsci en la región.

Adentrarse en la lectura de La cola del Diablo; itinerario de Gramsci en América Latina implica un puntapié inicial que permite no solo un primer acercamiento al tema sino que tiene la capacidad de despertar un mayor interés no sólo en la profunda lectura de Antonio Gramsci como también en la de quienes fueron aquellos intelectuales de la izquierda nacional y latinoamericana que emprendieron la tarea de poder ser los primeros en poder traducirlo, no en el sentido filológico sino en el teórico práctico. Permite entender que arribar en la lectura de Antonio Gramsci no va a dar como resultado poder encontrar una respuesta certera a cada uno de los interrogantes que se planteen, sino que permite emprender un camino propio y crítico con mayor agudeza en el análisis de lo real.

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