jueves, 12 de abril de 2012

COMO UN CUENTO



Calor. Mucho calor. Adentro del departamento serán 28 grados. Afuera, con el quilombo que hay a 33 llega seguro. El ventilador no alcanza. Las persianas bajas para que no entre el sol, no alcanzan. Los hielos de las cubeteras tampoco alcanzan.

La tele fija en el desastre que es afuera. Todos los canales, todas las radios. Los noticieros reemplazaron la programación. No hay otra. La imagen de las largas colas en los bancos queda vieja. Eso fue ayer 18 de Diciembre, anteayer, la semana pasada. Hoy es quilombo, desastre. Hoy son saqueos, gente desesperada se lleva comida de los supermercados, de los chinos, de donde se pueda. Policias, represión, gases lacrimógenos, palos, ambulancias, sirenas y disparos. Nada es oficial pero se habla de muertos. Acá, del otro lado de la General Paz y en las provincias. Es el caos absoluto. Y a él le encanta. Es lo que siempre esperaba.

-Es ahora o nunca. Hay que salir a pudrirla- piensa en voz alta mientras alienado ve por la televisión a la policía montada tratando de “liberar” la Plaza de Mayo de encapuchados, motoqueros y manifestantes que, como pueden, se defienden de la represión policial. -Basta de piedras…eso era antes, de pendejo. Tengo que cargarme algunos canas.-

No es fácil. Hay que salir y hacerlo. Los compañeros anarquistas ya estaban ahí afuera. Decidieron no ir agrupados en cantidad. Eran blanco fácil. Cada uno tenía la orden de agitar por separado y llegado el caso defenderse solos. Esa era la estrategia. En este caos había que pegar y rajar. Pero pegar fuerte, que se sienta. Dos, tres disparos como mucho, pero que sean certeros. Nada de heridos: Muertos. La policía siempre fue el enemigo, los políticos siempre fueron los enemigos. Ahora ya está, se dieron las condiciones. Afuera no hay mas leyes, no hay mas política. Es la guerra y hay que bajar gobiernos. Hay que noquear a ese puto radical.

-Basta, basta de pensar tanto, mejor apago la tele y voy- Dos cartuchos de balas para tener por las dudas, a los bolsillos. Un trago rápido de ginebra con hielo y el último pase de cocaína. Suficiente, de sobra.

Abajo es como lo televisan. O mejor. La Avenida de Mayo como antesala del infierno. Encara por Maipú buscando llegar a la diagonal. Un auto quemándose en la mitad de la calle y más atrás un par de neumáticos. La barricada no servía ya de mucho, a esta altura era casi decorativa. Un grupo de 8 personas tiran piedras y corren rápido a los costados, a protegerse. La policía dispara gases lacrimógenos y balas de goma. Es el momento. Tres disparos seguidos, y no al aire. Cae uno. Responden con más balas de goma. No dan tiempo a reaccionar. Una pega en la pierna izquierda, la otra roza el hombro derecho zumbando el oído. Pero no son balas de goma, estas son de plomo.

A pesar del fuerte dolor del impacto y la sangre, corre por Maipú pero en dirección a Corrientes. La policía sigue disparándo. Quieren bajarlo. Tira cuatro veces más y alcanza a ver. Lo logra. Otro policía abatido. Todo se está produciendo muy rápido.

Dos cuadras. El caos aminora. Aparentemente todo se da en las calles principales, las avenidas. Se acerca rengueando hasta una ochava. Antes de sentarse y casi sin percibirlo, un Renault-Duna-color-crema pega un frenazo a 30 metros, de costado. Bajan tres civiles. O no,pero armados. No dan tiempo, no dicen nada. Antes de recibir el segundo balazo alcanza a disparar en defensa tres veces más y cree ver que acertó.

Hoy diez años después una simple placa conmemorativa, paradógicamente sobre la pared de una financiera internacional, recuerda que en ese lugar alguien murió por balas, y por un sistema.

1 comentario:

  1. Las luchas populares siempre son "olvidadas" por el sistema imperante , es necesario olvidar para imponer

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