martes, 28 de septiembre de 2010

LOS ESPECTROS DE LA TOMA

Por Alan Martin Ulacia.*


Pensar la toma de Sociales nos provoca a pensar aquello que, por mucho, la excede: sus silencios, sus espectros.

Para crónicas demagogas o declaraciones retrógradas, lean los mails o volantes de algunas agrupaciones y las declaraciones de Caletti en Pagina/12, respectivamente. O si quieren conocer las terribles, cataclísmicas pérdidas (todas irreparables) que menciona la Facultad lastimeramente, hagan click aquí:

Algunos ya se atreven a decir que la toma es una medida de carácter cíclico, tal vez. Sólo se que una vez terminada, siempre suma o resta de a poco, es históricamente incapaz de trascenderse. Lo es por esencia, porque como situación excepcional, disruptiva para con nuestra cotidianeidad habitual, no es toma si de extiende indefinidamente… La toma depende, metafísicamente si se quiere, de aquello que toma. Sólo será capaz de trascenderse, será revolucionaria, si durante su existencia trasforma radicalmente la naturaleza de aquello que toma. Con dolor lo dudo. Quiero equivocarme.

Si el tiempo confirma este pesimismo, esperemos que esta toma, al menos, funcione como abono, fertilice nuestro yermo paraje universitario.

Ceteris paribus, demos la toma como un hecho, no profundicemos en el signo de su legitimidad, con todos sus defectos, es la realidad que nos interpela. Apresándola podremos pensar su más allá, sólo así podremos escuchar el lamento de algunos de sus insistentes espectros, fantasmas:

La toma como medida de fuerza se origina, en verdad, exógenamente. Si se produjo intencionalmente la caída de un vidrio, “para que la cosa pregne”, no se sabe, pero poco importa, confirmarlo sólo pondría en evidencia la falta de poder de aquella minoría militante a la cual se acusa de comandar la facultad, eso ya se sabe, en última instancia festejo la teatralidad. De todas formas, lo cierto es que la toma fue vergonzosamente empujada al trampolín por la gesta de los estudiantes secundarios, nuevo sujeto político del cual mucho podríamos aprender. Quizá porque leen menos montañas de apuntes que nosotros, piensan más, están más ligeros para la acción. Políticamente, como movimiento, estamos a la zaga de pibes de catorce años.

“Los 90 nos pesan”, fácil excusa.

He aquí, al menos como lo veo yo, un breve mapa de fuerzas (o debilidades) políticas, estructurado en torno al reciente fenómeno de la toma:

Los radicales se rasgan las vestiduras (trajecitos y chombas) ante tamaño atentado contra su miope derrotero institucionalista. Oficialmente, el prefijo “neo” se lo robaron y con el usufructúan otros… Los radicales claman por las Actas para poder seguir deleitándonos con su menú favorito: rancia “excelencia académica” y la promesa de una desesperada, mezquina y clasemediera “salida laboral”. Sus fundamentos político-vitales (la necesidad de reforzar la necesaria pero infante democracia de los ochenta) comienzan a agotarse. Están anquilosados y viejos. Son dinosaurios morados, como el dinosaurio Barney, pero acaso menos simpáticos.

Los sectores kirchneristas apoyan sólo nominalmente el reclamo presupuestario (uno que bien podrían capitalizar), pero no lo militan activamente por el simple hecho de que no lo lideran. De modo que luego no podrán indexarlo a su ya recalcitrante balbuceo de cifras y estadísticas. Basta de Numerología, ésta brota a falta de ideas, o para aggiornar discursos vacuos. El argumento “trosko” (¡perdónalos León!) par excellence, ese que reza: “basta de pagar millones de la deuda externa para financiar la educación pública”, es válido, su simple peso matemático explicita que se trata de decisiones políticas, no de mero olvido, indiferencia u omisión. Y el argumento es mucho más válido a nivel nacional, ¿cómo confirmarlo? Basta viajar por el país. Impugnemos, pues, a nivel educativo, el “Nac” del “Nac & Pop”, y sobre el “Pop”, que siga disertando el honoris Kausa Ernesto Laclau en la academia anglosajona, que es el que mejor lo hace.

Los más rojos, por su parte, parafraseando la única frase feliz del “Asno” Aznar, siguen haciendo “política en un frasquito”. La nobleza de sus sueños, que compartimos muchos desde que ojeamos los primeros textos de Marx, es equivalente a su estupidez estratégica a la hora de relacionarse con la no-vanguardia redentora, grupo apático conservador y burgués compuesto por todos, salvo ellos. A pesar de que sus filas están compuestas mayoritariamente de hippismo financiado y caricaturas de Guevara, son los que mejor parecen comprender la relevancia del conflicto y la necesidad de profundizarlo, de no entibiarlo, pero quizá sólo por esa terrible enfermedad congénita de “la lucha” por “la lucha” misma.

¿Y el Rectorado? A ésta altura, con las únicas lenguas que merece dialogar son con las del fuego. ¿Y las Juntas de Carrera? Otra muestra de la pobreza vital de la política representativa ante situaciones de excepción, ya que su mar es la norma, sin ella se ahoga y boquea como un pez. ¿Y el “personal no docente” (qué triste nombre por la negativa le regalamos a estos trabajadores)? ¿Estará cobrando? ¿Qué pensara?

Fin del mapa de debilidades.

La toma ha manifestado, nuevamente, el patetismo de la relación entre los estudiantes “agrupados” y los “no agrupados”. Tanto es lo que a priori, en esencia, nos agrupa ya de antemano como estudiantes y por tan poco es que nos dividimos y re-agrupamos hasta la atomización... Porque desde el momento en que optamos por enarbolamos junto a los estandartes de las “Ciencias Sociales”, inocentes, con el simple y soñador anhelo de cambiar las cosas ya estamos, precaria pero esencialmente, agrupados. El direccionamiento del cambio político social precozmente intuido como necesario, y los modos del mismo, responden a las posteriores re-agrupaciones. Los maticen políticos, algunos inicuos, son menos distantes de lo que, a veces artificiosamente, suelen exhibirse. Tenemos una misma tonalidad, es mucho más lo que nos une que lo que nos diferencia. El mismo frío por invierno, el mismo sudor en verano, los mismos bondis apretados, la misma sensación de impotencia de un saber que no completa el hacer por el cual se desvela.

Basta asistir a una Asamblea para confirmar este comportamiento faccioso: política menor, pugilismo de longitud de barbas, discursos vacíos, casi de futbolista post-partido, injurias que buscan dotar de pasión a una política que se masturba porque, perdida, fragmentada, exuberante, no puede dar con el objeto de su praxis. Esto y mucho más son las Asambleas. Pero tímido se asoma y refuerza un cambio cualitativo: de instrumento legitimatorio, plebiscitario, de decisiones de minorías activas, las Asambleas cada vez más encarnan bellos caos, indomables e in-aparateables. Son, sin dudas, el acontecimiento más político de nuestra pequeña política estudiantil. El resto parece ser un bazar invisible, tan voraz como, irónicamente, famélico.

El cambio de modalidad de la toma (la reapertura de las aulas, votada el 22/09 en MT), además de entibiar el conflicto, ha hecho rebalsar las cloacas de nuestra miseria: Profesores que siguen negándose a dar clases, algunos por orgullo y odio boicotero a hacia una medida que no tomaron, otros tantos presionados a no dar clase por la gestión, otros perdidos en el limbo, o quizá se quedaron encerrados (o se encerraron) en la sala de profesores, indiferentes; indigna la indignación y repudio de esos alumnos de paso, los reaccionarios, los que tiemblan, los que suspiran cuando entran las agrupaciones, los que andan como perdidos porque el profe no los califica, no les da en la boquita la papilla-bibliografía para seguir en carrera y así llegar a la ficcional meta: al papiro mágico del título; militantes severos que acusan y juzgan de apáticos a muchos estudiantes que no están de paso, pero cometen el pecado de no plegarse a formas y medidas con las que no comulgan; también fermentan en silencio los escépticos, los derrotistas, esos miedosos que desde sus casas rezan para que todo se normalice, para vaya a saber uno qué, quieren la vuelta a la costumbre por apego a una inercial y cómoda normalidad.

Para finalizar, vuelvo al inicio.

La toma no será efectiva si no transforma lo que ha tomado, si no lo impugna y problematiza hasta sus raíces y fundamentos más abismales. De lo contrario será una huella más, pequeñita, en el largo y laberíntico camino hacia nuevas formas de conocimiento, nuevas formas políticas, institucionalizadas o no.

El hecho de atrancar aulas y tapar puertas no cambia nada, es sólo un arbitrario cambio en la disposición espacial de la materia en el Universo.

Más bien hay que tomar nuestra subjetividad, acorralarla y no dejarla en paz hasta que nos de respuestas, ideas nuevas y vitales. Repito, nos une mucho más de lo que nos divide, salvo desgraciadas excepciones. Hay que replantearnos nuestras posibilidades y metas como movimiento.

Si no pensamos estas cosas, profunda pero activamente, bajo el sano fragor de la marcha, si no afrentamos a nuestros fantasmas, a nuestros veneremos, se nos van a seguir cagando de risa en la cara.

Espero algún día estemos libres de mendigar reclamos.

Ese día comenzaremos a forjar un verdadero nosotros, un destino, o quizá ante la palpable posibilidad, caigamos en la cuenta de la potencia de su bello absurdo.


* estudiante de Ciencias Politicas. UBA


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